Nuclear Waste

Toda escritura verdadera es escritura para nada. Es imposible que la escritura verdadera sea para algo. Si la escritura es para algo, es escritura para el mercado, para el mundo literario, para el elogio de la crítica, para el aplauso público. En ese momento, la escritura comienza a justificarse a sí misma mediante motivos válidos, que en realidad deberían llamarse motivos inválidos, pues nunca un escritor verdadero necesitó defender ante nadie su escritura. Toda la escritura debería surgir en el vacío. De un lugar donde no existe nada, ninguna enseñanza, ningún humano inepto, ningún recuerdo. La escritura debería llamarse bomba atómica. Extinción. El origen y fin de la escritura es la nada. Fuera de la nada no hay escritura sino algo cercano al marketing o a la publicidad. Fuera de la nada hay un espacio de falsos reconocimientos, de falsos maestros y de momentáneo éxito que sólo dirigen a la escritura hacia un lugar que en realidad está fuera de ella. Toda escritura es escritura para nada, pero también toda escritura verdadera provoca su propia nada, porque cuando la verdadera escritura surge, extingue el mundo mediocre que la precedió. Toda escritura verdadera elimina la relación, es escritura absoluta, fundada sobre su propia causa. La única escritura posible es la escritura anárquica: escritura por nada, desde nada, para nada.